Siguiendo a Cristo

Hay tantos retratos de Jesús en las galerías del mundo que parece no haber esperanza de despejar la confusión sobre quién es Cristo. Tantas son las imágenes incompatibles que se ofrecen de Cristo que algunos han abandonado en desesperación el esfuerzo por lograr un cuadro exacto de su verdadera identidad.

Necesitamos a Cristo. Necesitamos al Cristo real. Pues, sencillamente, no nos sirve un Cristo nacido de una vana especulación o fraguado para encajarlo en algún molde filosófico. Un Cristo "artificial", un Cristo de componendas no puede redimir a nadie. Un Cristo aguado, despojado de poder, degradado de Su gloria, reducido a un símbolo o a la impotencia por la cirugía de la erudición académica no es Cristo, sino el anticristo.

El "anti" de anticristo puede interpretarse como los prefijos "en contra de" o "en lugar de". Hay una diferencia en el lenguaje; mas en la vida esa es una distinción sin diferencia, porque suplantar con un retrato al Jesús verdadero es obrar contra Cristo. Cambiar o alterar al Cristo real es oponérsele con un Cristo falso.

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Recuperado de:https://sanadoctrina.org/siguiendoacristo.pdf

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